LOS SEIS MEDALLONES DE LA FAMA:
César, Augusto, Alejandro, Escipión, Trajano y Marco Aurelio
La Fama, es un valor esencial en el Renacimiento.
La literatura de la época ilustra este tema que aparece como un tópico ineludible. Ejemplo: Las Coplas de Jorge Manrique, las más famosas dentro de una lista interminable de textos:
«En ventura Octaviano;
Julio César en vencer
e batallar;
en la virtud Africano;
Aníbal en el saber
e trabajar;
en la bondad un Trajano .»
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El arte noble pone a estos héroes en los palacios: El Palacio Zaporta de Zaragoza, ostenta los trabajos de Hércules, el busto de Carlos V y seis emperadores romanos. En San Marcos de León, el medallón de Carlos lleva alrededor de su busto la inscripción: Karolus imperator hispanus rex, melior Trajano, Felicior Augusto.
En el medio popular las ciudades elevaban al paso de Carlos V arcos de triunfos con esos mismos emperadores romanos, modelos para Carlos y con los que se le comparaba. Así se iba construyendo el mito imperial (F. Checa: Carlos V y la imagen del héroe en el Renacimiento).
A Carlos V, Guevara le da como modelo, César, Augusto, Alejandro, Escipión, Trajano y Marco Aurelio. Por consiguiente los medallones han de ser, con mucha probabilidad, estos héroes tan nombrados en relación con Carlos.
¿Pero cuáles en concreto en cada medallón? Para identificarlos tenemos dos guías, su fama y su efigie con sus atributos, es decir la iconografía.
Medallones del cuerpo alto con personaje histórico:
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César
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Augusto
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Alejandro
Conchas con personaje histórico del cuerpo medio
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Trajano
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Escipión
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Marco Aurelio
La relación con España de los personajes representados en los medallones.
Se habrá podido advertir que cinco de los seis personajes históricos citados tienen una relación directa con España, César por la guerra civil contra Pompeyo, Augusto por la campaña de Asturias y Cantabria, Escipión por la guerra púnica, Trajano por su origen español y sus obras en España, Marco Aurelio por español también. Se percibe pues una visión patriótica de la Roma imperial. Esto nos hace recordar una frase muy difundida en el momento de la elección imperial: Los otros pueblos mandaban tributos a Roma, nosotros le mandábamos emperadores. Y ahora vienen a pedir un emperador a España.
Las virtudes cardinales.
No dejemos de advertir tampoco la presencia de las cuatro virtudes cardinales, Fortaleza, Justicia, Prudencia y Templanza encarnadas en los personajes históricos. Son los atributos del poder político, que se ven representadas en muchos centros oficiales, en el Palacio Real de Madrid por ejemplo, en el salón del trono. El soberano había de practicar esas virtudes, porque de él dependía la vida y la felicidad de muchos hombres. La asimilación de las virtudes con la imagen imperial queda patente en el recibimiento organizado en Sevilla, en 1526, con ocasión de la boda: Primer arco de triunfo: A la prudencia del Emperador, con la representación de su figura. Y así sucesivamente hasta siete. La fachada también pretende dar una lección de moral política a su soberano.
Con estos héroes propuestos como modelo al Emperador la alabanza se vuelve lección.